Biografía
Hermano
Pedro de San José Betancurt
(1626-1667)
El
Beato Pedro de San José Betancur nace en Vilaflor de Tenerife el 21 de marzo de
1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667. La distancia en el tiempo no
opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a
toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.
El
Beato Pedro de San José Betancur supo leer el Evangelio con los ojos de los
humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales
orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y
agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente
cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años,
llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado
misionero.
Apenas
desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto
directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud,
quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al
no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la
actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la
experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el
servicio a los pobres.
En
un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita
del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el
centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los
pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin
instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una
primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y
negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy
calificados como modernos.
Construyó
un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se
encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios,
necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la
primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».
Otros
terciarios lo imitaron, compartiendo con el Beato penitencia, oración y
actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Beato escribió
un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la
educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su
desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún
cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.
El
Beato Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y
estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para
convalecientes.Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad
inigualables.
Muere
apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de
tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida
grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos
los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente
por Vuestra Santidad el 22 de junio de 1980, en un acontecimiento de
incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.
VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A TORONTO, CIUDAD DE GUATEMALA Y CIUDAD DE MÉXICO
CANONIZACIÓN DEL BEATO HERMANO PEDRO DE SAN JOSÉ DE
BETANCURT
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Ciudad
de Guatemala, martes 30 de julio de 2002
1.
"Venid vosotros, benditos de mi
Padre; ...Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis" (Mt 25, 34.40). ¿Cómo no pensar
que estas palabras de Jesús, con las que se concluirá la historia de la
humanidad, puedan aplicarse también al Hermano Pedro, que con tanta generosidad
se dedicó al servicio de los más pobres y abandonados?
Al
inscribir hoy en el catálogo de los Santos al Hermano Pedro de San José de
Betancurt, lo hago convencido de la actualidad de su mensaje. El nuevo Santo,
con el único equipaje de su fe y su confianza en Dios, surcó el Atlántico para
atender a los pobres e indígenas de América: primero en Cuba, después en
Honduras y, finalmente, en esta bendita tierra de Guatemala, su "tierra
prometida".
2. Agradezco cordialmente las amables
palabras que me ha dirigido Mons. Rodolfo Quezada, Arzobispo de Guatemala,
presentándome a estas queridas comunidades eclesiales. Saludo a los Señores
Cardenales, a los Obispos guatemaltecos, al Obispo de Tenerife y a los venidos
de otras partes del Continente americano.
También
saludo con gran estima a los sacerdotes y a los consagrados y consagradas. Un
saludo especial y afectuoso también a los Hermanos de la Orden de Belén y a las
Hermanas Bethlemitas, fruto de la inspiración de la Madre Encarnación Rosal,
primera Beata guatemalteca y reformadora del Beaterio donde fraguó la fundación
para recuperar los valores fundamentales de los seguidores del Hermano Pedro.
Agradezco
particularmente la presencia en esta celebración de los Presidentes de las
Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá,
República Dominicana, del Primer Ministro de Belice y demás Autoridades
civiles. Aprecio también la participación en este acto de la Misión oficial que
el Gobierno Español ha querido enviar para esta feliz ocasión.
Deseo
asimismo expresar mi aprecio y cercanía a los numerosos indígenas. El Papa no
os olvida y, admirando los valores de vuestras culturas, os alienta a superar
con esperanza las situaciones, a veces difíciles, que atravesáis. ¡Construid
con responsabilidad el futuro, trabajad por el armónico progreso de vuestros
pueblos! Merecéis todo respeto y tenéis derecho a realizaros plenamente en la
justicia, el desarrollo integral y la paz.
3. "Que su Espíritu los fortalezca
interiormente y que Cristo habite en sus corazones. Así, arraigados y
cimentados en el amor, podrán comprender [...] la profundidad del amor de
Cristo" (Ef 3, 16-19). Estas palabras de san Pablo que hemos escuchado
hoy, manifiestan cómo el encuentro interior con Cristo transforma al ser
humano, llenándole de misericordia para con el prójimo.
El
Hermano Pedro fue hombre de profunda oración, ya en su tierra natal, Tenerife,
y después en todas las etapas de su vida, hasta llegar aquí, donde,
especialmente en la ermita del Calvario, buscaba asiduamente la voluntad de
Dios en cada momento.
Por
eso es un ejemplo eximio para los cristianos de hoy, a quienes recuerda que,
para ser santo, "es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en
el arte de la oración" (Novo millennio ineunte, 32). Por tanto, renuevo mi
exhortación a todas las comunidades cristianas, de Guatemala y de otros países,
a ser auténticas escuelas de oración, donde orar sea parte central de toda
actividad. Una intensa vida de piedad produce siempre frutos abundantes.
El
Hermano Pedro forjó así su espiritualidad, particularmente en la contemplación
de los misterios de Belén y de la Cruz. Si en el nacimiento e infancia de Jesús
ahondó en el acontecimiento fundamental de la Encarnación del Verbo, que le
lleva a descubrir casi con naturalidad el rostro de Dios en el hombre, en la
meditación sobre la Cruz encontró la fuerza para practicar heroicamente la
misericordia con los más pequeños y necesitados.
4. Hoy somos testigos de la profunda verdad
de las palabras del Salmo que antes hemos recitado: el justo "no temerá.
Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece por los siglos de los
siglos" (111, 8-9). La justicia que perdura es la que se practica con
humildad, compartiendo cordialmente la suerte de los hermanos, sembrando por
doquier el espíritu de perdón y misericordia.
Pedro
de Betancurt se distinguió precisamente por practicar la misericordia con
espíritu humilde y vida austera. Sentía en su corazón de servidor la
amonestación del Apóstol Pablo: "Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón,
como para el Señor y no para los hombres" (Col 3, 23). Por eso fue
verdaderamente hermano de todo el que vive en el infortunio y se entregó con
ternura e inmenso amor a su salvación. Así se pone de manifiesto en los
acontecimientos de su vida, como su dedicación a los enfermos en el pequeño
hospital de Nuestra Señora de Belén, cuna de la Orden Bethlemita.
El
nuevo Santo es también hoy un apremiante llamado a practicar la misericordia en
la sociedad actual, sobre todo cuando son tantos los que esperan una mano
tendida que los socorra. Pensemos en los niños y jóvenes sin hogar o sin
educación; en las mujeres abandonadas con muchas necesidades que remediar; en
la multitud de marginados en las ciudades; en las víctimas de organizaciones
del crimen organizado, de la prostitución o la droga; en los enfermos
desatendidos o en los ancianos que viven en soledad.
5.
El Hermano Pedro "es una herencia que no se ha de perder y que se ha de
transmitir para un perenne deber de gratitud y un renovado propósito de
imitación" (Novo millennio ineunte, 7). Esta herencia ha de suscitar en
los cristianos y en todos los ciudadanos el deseo de transformar la comunidad
humana en una gran familia, donde las relaciones sociales, políticas y
económicas sean dignas del hombre, y se promueva la dignidad de la persona con
el reconocimiento efectivo de sus derechos inalienables.
Quisiera
concluir recordando cómo la devoción a la Santísima Virgen acompañó siempre la
vida de piedad y misericordia del Hermano Pedro. Que Ella nos guíe también a
nosotros para que, iluminados por los ejemplos del "hombre que fue
caridad", como se conoce a Pedro de Betancurt, podamos llegar hasta su
hijo Jesús. Amén.
¡Alabado
sea Jesucristo!
Al
final, el Papa dirigió las siguientes palabras:
Antes
de dejar este estupendo lugar, el lugar de la canonización del primer santo
guatemalteco y tinerfeño, deseo deciros que me habéis conmovido una vez más.
Gracias, muchas gracias, Guatemala. Con esta fe, esta cordialidad, estas calles
tan maravillosamente decoradas. Gracias porque sé que detrás de cada flor hay
un corazón. Sed fieles a Dios, a la Iglesia, a vuestra tradición católica,
iluminados por el ejemplo del santo hermano Pedro. Guatemala siempre fiel, bajo
la protección del Santo Cristo de Esquipulas. Guatemala, te llevo en mi
corazón.
Canonización del Santo Hermano Pedro (parte 1)
Canonización Santo Hermano Pedro (parte 2)
Canonización Santo Hermano Pedro (parte 3 y final)